Ya llegó el solsticio de verano y, como siempre, viene acompañado de un nuevo número de terrae. Editores y colaboradores hemos puesto una vez más toda nuestra atención y cariño para fabricar un producto de calidad, con temática variada y de interés. Y por encima de todo, para que los contenidos que conforman este número #3 sean capaces de despertar el gusanillo de la curiosidad en al menos uno de nuestros lectores. Solo eso será un gran motivo de orgullo y nos animará a seguir trabajando duro en el siguiente ejemplar.
Nos gustaría agradecer en primer lugar, la fantástica acogida de nuestro número de primavera. Por primera vez desde que terrae vio la luz el pasado septiembre, el número #2 ha recibido visitas en todos y cada uno de los noventa días transcurridos desde su lanzamiento hasta hoy. Este dato, que nos ha dejado realmente sorprendidos, dada la falta de actualizaciones durante los tres meses que implican nuestras publicaciones, confirma la trayectoria ascendente de nuestro proyecto, y la confirmación de que el modelo que hemos elegido funciona.
Por ello, en este número seguimos apostando por un fantástico equipo de colaboradores. Cada uno optará por un estilo diferente, unos presentarán artículos más livianos, y otros profundizarán en cuestiones más técnicas. Sin embargo, todos cumplen con la única norma de nuestra revista: transmitir pasión.
Durante la primavera, la actualidad se ha visto sacudida por algunos cambios y transformaciones de calado. El relevo generacional en la monarquía española ha sido el más mediático, pero sin duda no el único. El panorama político ha dado un vuelco tras las elecciones europeas, e incluso la campeona del mundo de fútbol ha quedado eliminada en los albores de la competición. Como sostenía Heráclito, la vida es permanente conflicto, cambio, devenir.
También nosotros cambiamos. En este número #3 se incorporan algunas caras nuevas, con el fin de mantener la revista en constante evolución. Por su parte, repiten algunos colaboradores clásicos conocidos por aquellos que nos han leído con anterioridad.
Y si se habla de evolución, el cambio más inexorable de todos es el paso del tiempo. En nuestro caso, asociado a las estaciones. Primavera, verano, otoño, invierno, y otra vez primavera. Con este número de verano, cerramos nuestro particular círculo. Nuestro primer año completo con vosotros. Esperamos continuar mucho tiempo.
Os dejamos ya con nuestros articulistas. Antes, insistimos una vez más, y nunca serán suficientes, en la filosofía de terrae. Pretendemos ser el slow food de las revistas. Por favor, no os empachéis, o nos cogeréis manía. En tres meses, serán muchos los momentos muertos en los que podréis leer un artículo, con calma, reflexión y tiempo. Disfrutadlos sin prisa. Recomendación del chef.