Seguro que para todos es conocido el término frisbee o disco volador, ese juguete que quien más quien menos ha lanzado alguna vez en su vida. Lo que pocos saben es que es un deporte nacido en los Estados Unidos y con cada vez más presencia en España y, lo que es más increíble, ¡no se necesita un perro para practicarlo!
La historia del frisbee comienza a principios del siglo XX, cuando en la universidad de Yale se hacen muy famosas las tartas del señor William Russell Frisbie. Al terminar de merendar, los jóvenes universitarios solían lanzarse el plato de metal con el que venían las tartas al grito de: «Frisbie!». Después de muchos coscorrones innecesarios y de mucho tiempo de trabajo, a mediados de siglo, Walter Fred Morrison crea el modelo de frisbee que perdura hoy en día, cambia el metal por plástico duro y le confiere la forma que facilita un mejor vuelo y agarre.
Aún deberíamos esperar unos años más, hasta 1970, para que Joel Silver junto con Buzzy Hellring y Jon Hines escriban el primer reglamento de ultimate frisbee, un deporte de equipo en el que el protagonista principal es el frisbee. El 6 de Noviembre de 1972, el equipo de Rutgers venció a Princeton por 29 a 27 en lo que fue el primer juego “oficial” intercolegial, exactamente 103 años después de que en el mismo lugar se jugase el primer partido intercolegial de fútbol Americano entre los mismos colegios, y que terminó exactamente con el mismo marcador y con el mismo ganador. Es entonces cuando empiezan a jugarse los primeros torneos entre universidades y el ultimate comienza su expansión al resto del mundo.
Vayamos ahora al quid de la cuestión. ¿Cómo se juega al ultimate frisbee?
El ultimate es un deporte de equipo en el que existen tres categorías diferentes (masculina, femenina y mixto) y que puede jugarse sobre dos superficies (césped y playa). La diferencia entre las superficies radica en el número de jugadores; en un partido sobre césped 7 jugadores formarán cada equipo, siendo solamente 5 si el partido se juega en playa. Esto influye también en las dimensiones del campo, 100x35m en hierba y 75x25m en playa. En un campo de ultimate encontramos tres zonas claramente diferenciadas. Dos zonas de gol (o “end zones”) situadas una en cada extremo del campo y la tercera en la zona central del campo.
Ya conocemos la historia, hemos decidido el lugar y tenemos los equipos montados. ¡Que empiece el partido!
El primer partido de ultimate frisbee fue jugado por los mismos equipos que el primer partido de fútbol americano
Antes del comienzo del partido tiene lugar el sorteo (o “flip”), que se realiza a cara o cruz lanzado un frisbee. El ganador del sorteo elige si empezar atacando o defendiendo y el perdedor elige la zona del campo desde la que desea comenzar.
Cada equipo se coloca sobre la línea que separa su zona de gol de la zona central del campo. Cuando el equipo atacante está preparado su capitán levanta la mano, es entonces cuando el equipo defensor realiza el saque (o “pull”), entregando el frisbee al equipo atacante, procurando lanzarlo lo más lejos de la zona de gol que tienen que defender pero intentando meterlo en los límites del campo.
Un miembro del equipo atacante recoge el frisbee y comienzan a atacar. Aquí es donde empiezan las particularidades del ultimate. El jugador que tiene la posesión del disco no puede correr, tan solo puede pivotar sobre uno de sus pies; teniendo además 10 segundos, contados por su defensor, para realizar un pase a uno de sus compañeros. Sin embargo comenzar atacando no garantiza conseguir anotar el punto; se puede producir un cambio de posesión siempre que el frisbee salga fuera del campo, un pase acabe en el suelo o cuando un pase sea interceptado por un jugador del equipo rival (bien sea cogiéndolo o haciendo que caiga al campo). Entonces el equipo atacante pasará a defender y viceversa.
El equipo atacante consigue anotar un punto cuando uno de sus jugadores recibe el frisbee dentro de la zona de gol que estaba atacando (que será la opuesta desde la que comenzó el juego). El equipo atacante se queda en la zona de gol que acaba de conquistar pasando a defender. El equipo defensor se coloca sobre la zona de gol opuesta iniciando el siguiente punto en ataque.
Un partido de ultimate termina bien a los 90 minutos o cuando un equipo consiga 21 puntos (si se juega sobre césped) o bien a los 45 minutos o 13 puntos (si se juega en la playa). Un partido de ultimate nunca termina en empate. Si al acabar el tiempo reglamentario ninguno de los dos equipos ha conseguido el objetivo de puntos se producirá el desempate (o “cap”). Por norma general, se suele aplicar cap+1; esto es, se trata de conseguir un punto más de los que tenga el equipo que vaya con ventaja. Por ejemplo si en un partido de playa al acabar los 45 minutos reglamentarios el resultado es de 10-8, el primer equipo que alcance 11 puntos será el ganador.
Los efectos del frisbee al volar me dejaban una buena sensación dentro
Mi primer contacto con el ultimate fue cuando cursaba 4º de E.S.O. En una de las clases de Educación Física el profesor nos habló de este nuevo deporte y tras explicarnos la mecánica de forma muy general nos pusimos a jugar. Rápidamente quedé impresionado con el juego y los movimientos rápidos, los efectos del frisbee al volar hicieron que el ultimate me dejara una buena sensación dentro. A partir de entonces siempre había un frisbee en mi mochila en los días de playa y empecé a ganar práctica tirando con algunos amigos.
En el verano de 2012, decido pasar a la acción, uno de mis antiguos compañeros de instituto me había dicho que jugaba para un equipo. Tras charlar con él, un día de finales de agosto me decidí a presentarme en el lugar de entrenamiento: la playa de los Peligros.
La acogida fue excepcional, entraba dentro de un grupo de gente nueva y tenía una mezcla de nervios y timidez, pero desde el primer momento me sentí totalmente a gusto. Durante los primeros días varios de los más veteranos estuvieron conmigo enseñándome las mejores técnicas para lanzar, explicándome en profundidad las reglas y los movimientos a realizar sobre el campo. Comenzó el curso escolar y se instauró la rutina de entrenamientos. Con el paso del tiempo empecé a notar la mejoría: aumento de la resistencia física, mejor técnica de lanzamiento, movimientos correctos en el campo, aumento de la visión de juego. Además la relación con los compañeros era genial y ya habíamos compartido varias noches de fiesta.
En enero de 2013 llegaría el punto de inflexión. El equipo asentado en Huesca organizaba un torneo. Debido a que solo llevaba tres meses de entrenamiento en un primer momento no se me ocurrió participar, pero el entrenador me dijo que era una oportunidad excelente para debutar así que con una mezcla de emoción y nervios me embarqué en la aventura.
Reunimos un equipo de ocho personas para afrontar el torneo. Dado que era sobre hierba, solo íbamos a contar con un único cambio por lo que la exigencia física iba a ser máxima. El sábado comenzó el torneo. Me levanté esa mañana con muchos nervios que me duraron durante todo el calentamiento, pero al ponerme por primera vez la camiseta oficial de mi equipo y comenzar el primer partido desaparecieron. El tiempo fue muy frío y durante todo el día soplaron fuertes rachas de viento, haciendo muy difíciles los pases ya que la mayoría podían acabar en el suelo, pero al mismo tiempo fue una ventaja para nosotros ya que el esfuerzo físico era menor que en condiciones normales.
El resultado final del torneo fue un triple empate en el tercer puesto pero más allá de eso estaba la experiencia que había ganado en esos dos días de competición, jugando a un nivel mucho mayor del que habría esperado como debutante y una experiencia personal fantástica con mis compañeros de equipo para los que ya era uno más.
Empezó después la época de verano, a mediados de Julio el entrenador nos anunció que el campeonato de España mixto se celebraría en Casteldefells en Septiembre. Me apunté sin estar muy convencido pero recibí la llamada y yo estaba dispuesto a darlo todo por el equipo aunque sabía de antemano que no jugaría muchos minutos. Durante todo el mes de Agosto estuvimos realizando entrenamientos muy específicos e intensos. El nivel en primera división es altísimo y teníamos el objetivo de conseguir la permanencia.
El ultimate se diferencia del resto de deportes en que cada jugador que salta al campo es un árbitro
Llegó Septiembre y nos embarcamos para Casteldefells. El sábado se produjo nuestro debut. En los primeros momentos de juego noté el altísimo nivel, pases muy rápidos, gran intensidad defensiva. Estábamos encuadrados en un grupo con 4 equipos muy fuertes y el pase a la siguiente ronda sería muy difícil pero finalmente tras dos victorias y una derrota pasamos como segundos. En segunda ronda estábamos en un grupo con otros dos equipos, y tras clasificarnos otra vez, de nuevo como segundos conseguimos llegar a semifinales.
Era un partido a cara o cruz y perdimos contra el equipo que al final se proclamaría campeón. Empezamos fuertes pero al final no pudimos hacer nada y fueron claramente superiores a nosotros. Un poco bajos de moral enfrentamos el partido por el tercer y cuarto puesto en el que también caímos derrotados finalizando en una meritoria cuarta posición. Sin embargo las sensaciones al final del torneo tanto las del equipo como las mías en particular fueron muy buenas. Logramos una posición superior a la que en principio aspirábamos y yo gocé de minutos de juego al más alto nivel que sirvieron para aumentar mi experiencia.
Todas estas sensaciones de juego se ven potenciadas por aquello que otorga al ultimate su originalidad, hablamos del “Espíritu de Juego” o simplemente “Spirit”. El ultimate se diferencia del resto de deportes por no contar con la figura del árbitro o, por expresarlo de otra manera, cada jugador que salta al campo es un árbitro y puede señalar aquellas faltas sobre las que crea que ha sido víctima o aquellas sobre las que crea que ha incurrido el rival. En el ultimate está prohibido el contacto físico, tampoco se puede golpear al frisbee cuando esté en posesión de un rival y como hemos señalado antes, está prohibido el desplazamiento cuando se tiene la posesión del frisbee. El hecho de que cada jugador sea árbitro confiere una importante responsabilidad. La honradez y el juego limpio, intentando no dejarse llevar por situaciones del partido, deben ser fundamentales en un buen jugador de ultimate. Al fin y al cabo, no es más que un juego y el objetivo final debe ser pasar un buen rato junto a tus compañeros disfrutando del frisbee way of life.