El enigma 43

El enigma 43

Antes, estaban destinadas para las clases y laboratorios de ciencias, colgadas en la pared, presidiendo la clase junto a los percheros o la fotografía del rey. Ahora, pueden verse en prácticamente cualquier lugar: en tazas, en camisetas o, si eres muy fan de The Big Bang Theory, también la habrás visto en una cortina de ducha. Estoy hablando de la tabla periódica, una de las mejores herramientas que tenemos los químicos.

Existen numerosos antecedentes de ordenación de los elementos químicos, como las triadas de Döbereiner o las octavas de Newlands, pero no fue hasta la llegada de Mendeleiev cuando se fue configurando el sistema periódico actual. Mendeleiev observó que si ordenamos los elementos químicos por orden creciente según su peso atómico se observaba una repetición periódica de las propiedades de los elementos. En 1869 publicó la primera tabla primitiva; sin embargo, su mayor logro no fue lo que publicó, sino lo que no publicó. En 1869 solo se conocían 63 elementos químicos, pero al configurar su tabla, Mendeleiev fue dejando huecos para aquellos elementos que aún no se conocían, prediciendo su peso atómico y las propiedades que presentarían por el lugar que ocuparían en la tabla. Con el paso de los años, se fueron descubriendo estos elementos y muchas de las predicciones se cumplieron, convirtiendo a Mendeleiev en uno de los químicos más relevantes de la historia.

Mendeleiev fue dejando huecos para aquellos elementos que aún no se conocían

Poco a poco se fue construyendo la tabla periódica moderna. Se observó que la ordenación por orden creciente del peso atómico presentaba excepciones en las parejas teluro/yodo, argón/potasio y cobalto/níquel. Sin embargo, este desfase fue corregido por Mosley. En 1913, haciendo experimentos con espectros de rayos X, ordenó los elementos por el orden creciente de su número atómico (número de protones de un elemento), lo cual permitió justificar las tres excepciones en la ordenación por el orden de los pesos atómicos.

Así, la tabla periódica actual consta de 18 grupos (columnas) y 7 periodos (filas). En un grupo (halógenos, alcalinos, gases nobles, etc…) se recogen los elementos que presentan propiedades químicas similares: conductividad, punto de fusión, poder oxidante… Mientras, en los periodos están los elementos que alojan su electrón más externo en el mismo nivel energético (1, 2, 3…) lo cual será importante a la hora de combinarse con otros elementos para formar compuestos.

Aunque en la actualidad la tabla periódica ya está completa con 118 elementos, aún sigue habiendo algunos misterios, como es el caso del elemento 43 de la tabla: el tecnecio. Se trata de un elemento artificial; esto no debería ser una sorpresa, ya que existen otros 25 elementos creados por el hombre y que no se hallan en la naturaleza. Sin embargo, estos 25 son los elementos transuranidos, radiactivos, con números atómicos del 93 al 118. La elevada cantidad de neutrones, protones y electrones hacen que sean muy inestables y su tiempo de vida media en muchos casos es de apenas unos milisegundos, desintegrándose en otros elementos más estables. (Al final los alquimistas no estaban tan desencaminados y es posible la transmutación de un elemento en otro, aunque no es oro todo lo que reluce). Sin embargo, por la posición que ocupa el tecnecio, no debería tener estos problemas de estabilidad, ya que hay otros muchos elementos posteriores a él con mayor número de neutrones, protones y electrones que son muy comunes en la naturaleza, como el oro, la plata, el mercurio o el plomo.

El tecnecio fue el primer elemento químico sintético y desde su origen estuvo rodeado de misterio

Con ganas de saber algo más sobre este esquivo elemento, comencé a investigar sobre él. El tecnecio fue el primer elemento químico sintético y desde su origen estuvo rodeado de misterio. En 1925, los químicos Otto Berg, Walter Noddack e Ida Tacke afirmaron haber descubierto el elemento 43, al que llamaron Masurio; sin embargo, la imposibilidad de repetir sus experimentos a posteriori hizo que no se registrara oficialmente. No sería hasta 1937 cuando Carlo Perrier y Emilio Segrè, en la universidad de Palermo, bombardearon molibdeno con deuterio, obteniendo así el ansiado elemento 43.

El tecnecio no tiene isótopos estables, por lo que como decía, no existe en la naturaleza. Es un metal gris plateado que pierde el brillo en contacto con la humedad; se disuelve bien en agua regia, ácido nítrico, y ácido sulfúrico; inhibe la corrosión del acero; y es un súper conductor a temperaturas por debajo de los -262 grados Celsius. Sin embargo, su principal aplicación se encuentra en medicina nuclear ya que, al emitir radiación gamma, permite observar el funcionamiento de los órganos.

Las sorpresas no acaban aquí: aunque el tecnecio no existe en la naturaleza, se han encontrado pequeñas cantidades en estrellas gigantes rojas del tipo S, M y N, abriendo la puerta a muchas teorías controvertidas. ¿Qué oculta el tecnecio? ¿Por qué no lo encontramos en la Tierra pero sí en el espacio? ¿Lo hubo en algún momento anterior a nuestra era? Parece ser que su reino no es de este mundo.