Son esos días soleados de frescor mañanero y crepúsculo temprano, en el que el viento del norte desviste arboles fornidos para tapizar las calles en tus paseos. Es un tiempo de cambio: el verano llega a su fin y anuncia vidas más ordenadas por la rutina, las horas punta y, en definitiva, la feliz monotonía de estas jornadas. Se afrontan las cosas con ilusión, es momento de comienzos, de colegios, estudios, trabajos, nuevos rumbos; se retoma el reto, olvidado en la playa, del año nuevo. Hablo de octubre, un mes tejido por el capricho de la Historia.
Quizás es la llegada del frío noviembre y del gélido diciembre, la que arenga espíritus de revolución, levantamiento y cambio. Desde siempre octubre oculta de lo desconocido, abriga sin hacer frío, acompaña en la huida a muchos—lejos de luchas y ruido—y también descubre fronteras hacia lo desconocido.
Octubre es octubre desde octubre. Suena paradójico, pero fue en este mes cuando comenzó nuestra particular y gregoriana cuenta del tiempo. Tras haber permanecido como el octavo de los meses durante el esplendor romano (de ahí su nombre), inauguró su posición actual de la décima de los doce lapsos del año.
Fruto de un desliz de sextantes y astrolabios, Colón pisaba finalmente tierra en el décimo mes del calendario, avecinándose así una nueva era en la historia de la humanidad. También en octubre una guillotina se ensalzaba como famoso símbolo de la Revolución francesa allá por 1793. Cuatro mil años de dinastía Qing comenzaron a quebrar ante la unísona voz de ojos iluminados de rebelión. Fueron «miembros de la mayoría» o más comúnmente conocidos como bolcheviques los encargados de airear el espíritu revolucionario de este mes, tiñéndolo de su ya inseparable rojo de derramados abolengos zaristas y color de banderas.
Y es que la misma palabra otoño lleva implícita en sí mismo la idea de alzamiento, pues en su origen autunno la raíz etrusca autu- implicaba un significado de cambio.
La trepidante España del 34 tomó también este mes como símbolo de levantamiento, y es quizás ante la vecina escasez de pábulo y cuando las fuerzas aún no flaquean, el corazón rapta el espíritu conformista de chinos, rusos, luego españoles y años después estudiantes húngaros empuñando sus ya famosas rosas de octubre. Y es que la misma palabra otoño lleva implícita en sí misma la idea de alzamiento, pues en su origen autunno la raíz etrusca autu- implicaba un significado de cambio.
Ahora el vaivén se vive en el asfalto. En tickets matutinos de autobús, en el tiempo contado por esperas en semáforos, en la espartana dedicación a ese trabajo: no buscamos cobijo por el frío, buscamos wifi a destajo. Tenemos que ser bandera de la ilusión, conócete a ti mismo, sé tu mejor compañero.
Vive un momento de cambio; vive un otoño de autunno. Haz honor a la tradición que tantas páginas de libros atestiguan y vive el comienzo de tu gran aventura. Sé el Colón de tus sueños, la guillotina de tu aburrimiento y el puño en alto de tu mayor deseo. Ningún otro momento fue nunca mejor: la historia bien sabe que octubre no es solo rojo, es mucho más que eso.